viernes, 23 de abril de 2010

CONSTRUIR LA VERDADERA UNIDAD NACIONAL

Construir la verdadera Unidad Nacional
Heberto Díaz Oquendo


Viernes, 27 de febrero de 2009


La polarización en Venezuela y el hecho cierto y comprobado de que la oposición representa la mitad del país, no es nuevo, ni tampoco es gracias a ninguna nueva estrategia de la oposición, ni al surgimiento de nuevos actores; el país está dividido desde hace mucho tiempo y ello se ha evidenciado en cada uno de los últimos procesos electorales.

Antes de las elecciones a la asamblea nacional del año 2005, cuando la oposición se retiró en bloque, luego de exigir sin suerte la prohibición del método de las morochas porque éstas impedían una representación verdaderamente proporcional de la sociedad en el parlamento, era evidente que Venezuela estaba dividida en dos partes absolutamente antagónicas. Esta premisa se confirmaría más adelante con la gran abstención en esas elecciones.

La polarización y las dos Venezuela enfrentadas ha sido una constante en la vida política de Chávez, principalmente en todos los años de su gobierno. La oposición a su régimen ha sido sólida y permanente; ha sido una oposición a Chávez, a sus políticas y al autoritarismo que éste encarna, nunca ha sido capital de ningún líder en especial de oposición, ni de ningún partido político. Por eso resultan tan absurdos y peligrosos aquellos líderes o grupos políticos que insinúan o pretenden adueñarse de las diversas protestas y manifestaciones opositoras, cuando lo cierto es que éstas son anti Chávez, anti comunistas, por la Democracia, por los derechos humanos y por la mejora de la calidad de vida de los venezolanos; y lo realmente deseable es la presencia de verdaderos líderes y estadistas que tengan la sapiencia, la astucia y el buen tino, para canalizar, orientar y conducir todo ese descontento popular, hacia una verdadera unidad nacional, hacia la victoria y hacia la conquista de la democracia.

Ahora bien, sería un grave error de la oposición elaborar estrategias para solo conquistar a ese sector que es claramente opositor a Chávez; insistir en esa dirección sería atentar seriamente contra esa unidad natural que ya existe y que coincide en la lucha por la democracia y contra las aspiraciones totalitarias de Chávez. En todo caso, elaborar estrategias hacia esa dirección le correspondería por lógica al gobierno de Chávez y no a la oposición, ni a ningún sector opositor que se le ocurra jugar adelantado, poniendo en peligro la unidad de más de cinco millones de venezolanos.

La unidad democrática debe cuidarse, consolidarse y asumirse con mucha responsabilidad, entre todos.

Ahora se debe elaborar un proyecto de país democrático, meternos y llevarlo a territorios que hasta ahora han sido exclusivos del oficialismo, romperle la estrategia a Chávez y construir la verdadera unidad nacional.


Heberto Díaz Oquendo

Coordinador de Formación y Gerencia Política COPEI Partido Popular/Zulia

¿COMUNISMO PURO Y SIN ELECCIONES?

No quedan dudas sobre las intensiones de Hugo Chávez de imponer el comunismo en Venezuela y para ello debe ser un Presidente eterno o dictador. Precisamente, a quien le toca abrir las válvulas de alivio de presión para evitar una explosión en el país, las cierra completamente y le echa más leña al fuego, abusando insolentemente del poder, para surtirse de derechos ilimitados, quitárselo a los venezolanos y para sabotear a gobernadores de la oposición y a cualquier liderazgo opositor que se asome en el horizonte. Lo del comunismo, el totalitarismo y la dictadura, deja de ser una especulación y una conjetura y empieza a ser una cruel y espeluznante realidad.

La democracia y la libertad serán hasta nuevo aviso, mientras transitamos el salvaje camino del socialismo con destino a lo desconocido que unos chiflados llaman el nuevo mundo del hombre nuevo. En el transitar de ese calvario ya no seremos ciudadanos con derechos, sino unos seres humanos de la prehistoria que sacrificaríamos nuestro presente y futuro en procura de crear ese hombre nuevo, lleno de virtudes, estrella y verdadero ciudadano de la sociedad perfecta, según los chiflados, a la que hoy llaman utopía.

El verdadero obstáculo está en nosotros mismos; mientras muchos se empeñan en devorarnos en este sálvese quien pueda, calculando y controlando un poder que no tenemos, nos están convirtiendo y echándonos al pozo podrido de seres humanos desechables y de segunda categoría. Porque si no vemos el bosque completo a tiempo, la tragedia alcanzará por lo menos a cuatro generaciones de Venezolanos.

Es terrible esto del comunismo; mucho más espantoso que lo que hoy estamos viviendo y sufriendo; al mismo tiempo que el presidente dictador se va coronando como el déspota benefactor o buen dominador de los chiflados, y supuestamente sacrifica su vida por esta locura.

Venezuela no merece este destino, pero todos somos Venezuela y, nuestra cobardía, el inmediatismo y el egoísmo, están coronando a Chávez mucho más que el esfuerzo de ellos mismos.
Cuando seamos personas de segunda categoría y sin derechos, entonces daríamos hasta nuestras propias vidas para que la misma vida nos regrese a estos días de hoy.

En Venezuela nadie comparte el poder con Hugo Chávez. Nadie. Todos estamos en la otra acera o en la oposición. La ingenuidad y la estupidez de algunos de creerse poseedor de algún poder, debilita y vulnera cualquier estrategia firme y sensata para tomar el control de nuestro destino y forzar el regreso hacia la democracia.
La unidad opositora no puede ser algo trivial, temporal ni superficial. No es un simple slogan electoral, la unidad opositora debe ser una unidad total, con perfecta claridad sobre a lo que nos estamos enfrentando, porque seguramente ya no habrá más elecciones en esta Venezuela secuestrada por Chávez y el comunismo.


Heberto Díaz Oquendo
COPEI Partido Popular/Zulia


LA DIFICIL Y URGENTE UNIDAD DEMOCRATICA

Desde hace bastante tiempo se ha venido advirtiendo sobre la continua pérdida de la democracia en nuestro país. Muchos alertamos que ir a elecciones, requisito necesario de toda democracia, no era el único requerimiento que certificaba como democrático a un gobierno; que así como era obligatorio la consulta popular para dirimir diferencias sociales y políticas, la democracia exigía, por parte del gobierno y de las élites, un trato igual para todos, haciendo énfasis muy especialmente en el respeto y la atención a las minorías.

En muchas ocasiones, se alertó sobre las pretensiones hegemónicas del gobierno y que había que abrir los ojos y hacer un esfuerzo solidario para escuchar el grito de muchos que empezaban a sentir el terrible olvido o la persecución de un gobierno que aunque elegido democráticamente, solo atendía y gobernaba para un solo sector de venezolanos y enfrentaba a todo el que pensara diferente. Se alertaba sobre el hecho cierto de que nadie se siente minoría hasta que el régimen lo convierte en minoría o en excluido y empieza a comprender que así como una vez no escuchó el llamado de muchos, ahora siente que su grito tampoco será escuchado.

Todavía estamos a tiempo de revertir este proceso y forzar el regreso a la democracia, pero hace falta el esfuerzo de todos, principalmente de los que hoy controlan alguna cuota de poder. Los votos opositores han sido en su gran mayoría votos por la democracia que algún día, en democracia, irán a donde tengan que ir dependiendo de la visión política y la manera de ver la vida de cada quien, pero desde que empezó la resistencia democrática ante el régimen de Hugo Chávez, los votos democráticos han ido responsablemente a un mismo lugar.

Resulta una paradoja que lo que ha sido posible armar rápidamente, como han sido las maquinarias electorales en todo el país a lo largo de estos últimos años de elecciones, resulte ahora tan difícil articularlo para ponerlas al servicio de la resistencia democrática. Por eso se hace inevitable la pregunta indiscreta, porque ante el peligro de una dictadura pareciera que prevalece el inmediatismo y trabajar en elecciones pareciera ser más rentable que salvar la democracia.

Enfrentar una dictadura como la que hoy se ha instalado en Venezuela, requiere de la participación de todos, pero lo primero es aceptar que hoy ya no hay democracia; que participar en futuros procesos electorales con este régimen, si es que los habrá, no es porque volvimos a una democracia que ya perdimos hace tiempo. Los días transcurren y el régimen avanza en su propósito de controlarlo todo en el país, por eso no hay tiempo que perder y antes que sentarnos a sacar cuentas y cálculos políticos, tratando de sobrevivir al borde de un precipicio, la tarea debe ser empezar a organizarnos con verdadera unidad y como es debido y armar un verdadero movimiento de resistencia ante la dictadura, que sea tan eficiente como cualquier maquinaria electoral de estos últimos años.


Heberto Díaz Oquendo

Secretario de Organización
COPEI PARTIDO POPULAR ZULIA

BARRABAS EN VENEZUELA

Recién termino de leer el primer capítulo del libro Jesús de Nazaret, escrito por el Papa Benedicto XVI y me sorprende saber que Barrabás no era un simple ladrón; Barrabás fue un líder popular de la resistencia armada y un preso político. No me sorprende que en la consulta popular, en aquel tiempo, para decidir la suerte de Jesús y Barrabás, los judíos decidieron a favor de Barrabás y condenaron a Jesús, un líder que hablaba en nombre de Dios, sobre derechos humanos y se proclamaba hijo de Dios. No me sorprende el resultado de la consulta porque el hombre apuesta siempre a lo tangible, aunque el precio sea perder su libertad.

Venezuela no ha sido la excepción. Matar a Dios trae como consecuencia la espantosa necesidad de sustituirlo por otro hombre, tan humano e imperfecto, como todos los hombres, y tan mortal y frágil, como todos los hombres. Sin embargo, es más fácil condenar a Jesús y eliminar a Dios, que defender la dignidad y los derechos humanos; porque luchar ante un estado poderoso para garantizar el respeto a los derechos fundamentales de todos, es muy peligroso. Es más fácil votar por Barrarás y condenar a Dios, que exigir respeto a los derechos humanos.

Es alarmante la similitud entre todas las llamadas ideologías del mal por Juan Pablo II y que ahora confirma Benedicto XVI. Todas pretenden sustituir a Dios por un hombre que se hace dueño del destino y de los derechos del hombre. Las más grandes tragedias y desmanes provocados por el hombre en contra del hombre, se han producido en dictaduras ejecutadas por hombres que han pretendido estar por encima del hombre común y han actuado, como Dioses, entrometiéndose en la vida y el destino de la gente, causando dolor, muertes y violaciones a los derechos humanos.

Cuando se mata a Dios desaparece la democracia y los derechos humanos.

El socialismo y el comunismo que nos quieren imponer en Venezuela, empieza por la desaparición de Dios, para sustituirlo por un líder mesiánico que promete un mundo y un hombre nuevo, partiendo del sacrificio del hombre de ahora y la eliminación de sus derechos. Chávez es un dictador que destruye a los venezolanos que no están dispuestos a entregar su vida por una causa absurda e inviable que consiste en construir un mundo y un hombre que solo Dios puede crear. Chávez es un dictador terrible que entrega la cabeza de Jesús y salva a Barrabas.

Venezuela no merece el comunismo. Venezuela es un país de libertad y de valores democráticos.

Barrabas no debe gobernar a Venezuela.


Heberto Díaz Oquendo

Secretario de Organización
COPEI ZULIA

EL SOCIALISMO DE CHAVEZ ES TRAICION A LA PATRIA

El socialismo de Chávez ha sido una estupidez y un acto de traición a la Patria. A principios del siglo XXI la política universal se ha orientado hacia la eliminación de la pobreza, de las fronteras, de las diferencias étnicas e ideológicas; en la protección del medio ambiente y los recursos naturales energéticos y en el fortalecimiento del respeto de los derechos humanos, de las minorías y de la democracia. En Venezuela, el socialismo de Chávez ha hecho todo lo contrario: ha destruido las bases de la democracia y ha desperdiciados tiempo y nuestros recursos naturales en su absurda ambición de imponer y revivir un viejo, obsoleto y desgastado modelo, que en el pasado y, aún en el presente, violó derechos humanos, acentuó un mal nacionalismo y acrecentó la pobreza y las persecuciones étnicas e ideológicas.

Chávez representa todo lo malo de lo que hoy la humanidad aspira superar; como lo malo del socialismo, lo malo de capitalismo, el irrespeto a los derechos humanos y el desconocimiento de todos los derechos de las minorías. Hoy, las diferencias de izquierda y de derecha se están resolviendo en el centro político, procurando coincidir y anteponiendo y priorizando el respeto de los derechos humanos, de las minorías y del pluralismo ideológico y político. En Venezuela Chávez hace todo lo contrario, se radicaliza, desconoce a la oposición y concentra y usufructúa todo el poder del estado y de la gente para imponer su proyecto político e ideológico, que viola los derechos fundamentales de cualquier minoría que no apoye su proyecto.

Chávez ha anclado a Venezuela en el pasado y le ha proporcionado atraso y pobreza. Mientras el mundo avanza y lucha por minimizar las amenazas contra la pobreza y los derechos humanos, Chávez pone a Venezuela al servicio de los que hoy insisten en conservar esas diferencias, que han producido tragedias y desgracias a la humanidad a lo largo de la historia.

Nada de lo que ha hecho este gobierno ha servido para Venezuela. Las tan promocionadas misiones no ayudan a resolver el problema de fondo en nuestro país; son una invitación populista a participar en la corrupción oficialista y son un paño tibio mientras se sigue destruyendo a Venezuela y a su gente. Nuestro país no lo merece. Venezuela es un país joven con un inmenso potencial para apoyar la lucha por la democracia y la modernidad y por la reafirmación total de los derechos humanos y la eliminación de la pobreza en el mundo.

Venezuela es un país que nació conquistando su libertad y no vendiendo ni promoviendo atraso ni dictaduras, como hoy lo hace el gobierno de Hugo Chávez. Nuestra responsabilidad es entender esa situación y no cometer más errores. Venezuela somos todos: chavistas y no chavistas. Debemos apostar a los métodos democráticos para desmontar el aparato totalitario de Hugo Chávez, que ha puesto nuestras vidas en manos de la antipolítica y del antipoder, que hoy aspiran reaparecer en el mundo a todas las ideologías del mal.

Chávez no es un demócrata, Chávez es un traidor a la Patria.




Heberto Díaz Oquendo
Secretario De Organizacion
COPEI ZULIA

hdiazoquendo@gmail.com